Ese sentimiento de “voy a comerme el mundo”, gritos agolpados en gargantas afónicas, canciones de rock como himnos a la libertad, la sensación de “comienza la vida”. El calor de un día soleado que te llena de ilusión y fuerzas para vencer al mundo. Risas. La sensación de tener alas, de ser invencible, de ser inmortal. Un pensamiento intenso y brillante: “Este momento vale toda una vida”. Amor real y sincero por esas personas que te hacen reír hasta llorar, que berrean la letra indescifrable de una canción a la vez que la radio. Planes y más planes sobre cómo divertirse esos días. Ganas de playa, de fiesta, de vida. Días en los que ni siquiera soñarás cuando duermas, si es que duermes, porque no puede haber nada mejor. Momentos que serán recuerdos imborrables y felices, alocados.
“Y vivir así, yo quiero vivir así”. - el canto del loco
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